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María Xosé Silvar (Sés): «Ahora no se castiga a quien piensa diferente, se castiga a quien piensa»

Parar a reflexionar a veces duele, porque nos enfrenta a ideas o situaciones que preferiríamos ignorar. En un mundo donde casi no tenemos tiempo para pensar, qué importante es cuidar y escuchar a las personas que nos obligan a hacerlo. Hoy visita «La Cafetería» una de las que siempre lo consigue: María Xosé Silvar (A Coruña, 1982).


/ Aquí podes ver ou escoitar a entrevista completa en galego.

María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Fotografías / Ricardo Lede / 2023


Filóloga y antropóloga, tras conocerla, diría que su interés genuino por entender al ser humano solo se ve superado por su pasión por el aprendizaje y la creación. Como un proceso que nunca terminará, yo la veo como una pensadora a la que, cada cierto tiempo, es interesante volver a escuchar.

 

De algún modo, son las personas que no dejan de cuestionarse todo las que con más eficacia nos pueden hacer reflexionar.


Ahí, necesariamente, deben estar algunos de los ingredientes que hacen que sus ideas ya hayan sido reproducidas en más de veinte millones de ocasiones. Algo de por sí extraordinario, cuánto más cuando lo haces en un idioma, el gallego, que solamente tiene dos millones de hablantes.


Pudimos entrevistarla en un espacio único de Santiago de Compostela, Estudio 54 (Gracias, Ricardo) que, aunque es una tienda de música, bien podría ser definido como un museo indispensable de la ciudad (algunos hasta pagaríamos entrada).


Como siempre, con una taza de café, te invito a regalarte esta lectura y, sobre todo, las reflexiones a las que te puede llevar.


/ Si lo prefieres, puedes ver la entrevista o escuchar la conversación completa.

 

JC: Sés, ¿por qué cantas?


MX: Hago música porque sueño música, porque todos mis momentos tienen banda sonora y porque no tomo pastillas porque tengo discos que hacen esa función.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Canté siempre, pero es una casualidad que llegase a ser música. Nunca lo quise, no porque no me encante, adoro la música, sino porque, sinceramente, nunca pensé que lo que yo pudiese tocar, cantar o escribir tuviese interés.


Considero que es un mundo reservado solamente para unas pocas personas de las muchísimas que se quieren dedicar a esto y yo acabé aquí por casualidad, estoy muy contenta.


JC: Escuchando tus entrevistas y tus reflexiones, tengo la sensación de que cantar es la parte última de algo mucho más profundo y elevado.


MX: Claro, es que yo no soy cantante. Nadie llama cantante a Drexler, a Sabina o a Silvio Rodríguez. En el mundo de los varones se diferencia claramente quién hace música, en qué música lo nuclear es el texto o lo que quieres decir, y dónde la interpretación o el talento vocal. En el caso de las mujeres eso no sucede.


Se llama cantante a cantautoras. En el ámbito masculino, nadie llamaría cantante a Joaquín Sabina, porque su trabajo es escribir canciones. En mi caso, para mí también debería estar clarísimo, pero como soy una mujer me llaman cantante y me parece una forma muy sibilina de reducción.

 

Una mujer que escribe, que produce ejecutiva y artísticamente, que graba y que paga sus canciones, no es una cantante.


Está claro que en mí lo nuclear es el texto, pero claro, yo canto; soy cantautora, y en todos los cantautores lo de menos es cantar. ¿Tom Waits o Bob Dylan cantan bien? No, pero es que no hace falta. Cantas como cantas. No eres una vocalista, no eres una instrumentista de la voz.


Repito, en el ámbito masculino eso está superadísimo, nadie le haría esta pregunta, legitimándola y comprendiéndola, a Leonard Cohen o a Silvio Rodríguez. Nadie le diría: «Oye Silvio, me da la sensación de que cantar es lo de menos», es que es obvio. Preguntarlo, a él le descolocaría. A mí no me descoloca por el machismo contextual, pero debería descolocarme.


JC: Creo que sí le preguntaría a alguien como Silvio Rodríguez: ¿por qué?

 

Creo que hay gente que tiene el arte como fin y gente que la tiene como medio.


MX: Medio para conseguir prestigio social o medio para conseguir dinero. Yo solo creo en el arte como fin en sí mismo. Mi finalidad a la hora de escribir canciones es escribir canciones. Hacer música es mi fin en sí mismo.


Lo que pasa es que mi música habla de cosas, ¿de cuáles? De las que a mí me preocupan, de las que a mí me hacen sufrir o me ponen contenta. De las que me desesperan, me levantan o me tiran. La música para mí es un fin en sí mismo, no es un medio de conseguir nada. Si, a mayores, mi música puede conllevar cosas positivas, maravilloso.



El otro día leí una entrevista escrita mía que decía: «hago música para dignificar el gallego», y yo jamás dije eso. Quiero aprovechar esta entrevista para decir que jamás dije muchísimos de los titulares escritos que se leen. Es frustrante hasta el extremo.


Me gustaría llamar a las periodistas y los periodistas a reflexionar sobre su trabajo y sobre la trascendencia e influencia que tiene su trabajo en la proyección pública de las personas que, muy generosamente como es muy caso, hablamos de una forma transparente. Tienen que ser cuidadosas y cuidadosos; muchas veces no lo son.

Visualiza el vídeo del encuentro aquí

JC: Está muy castigado decir lo que uno piensa.


MX: Por eso la gente no lo hace; si no estuviese castigado, si no tuviese un precio alto, lo haría todo el mundo.


JC: Valores tenemos todos, pero supongo que la coherencia para defenderlos es lo que te caracteriza; yo veo que tú siempre los pones por delante.


MX: Sí, porque yo tengo que dormir conmigo misma, no con la gente a la que tengo que complacer o no complacer; y eso sí que me costaría, dormir conmigo misma después de determinadas cuestiones.


Ya decía Groucho Marx: «la honestidad es la clave del éxito, si logras evitarla, lo tienes asegurado» y, efectivamente, es así; pero es que eso es lo que tú primes. Yo vivo mi vida y en mi vida, como en mi almohada, lo que más pesa es eso, que esté limpia.


JC: No sé hasta qué punto estamos preparados para escuchar y sostener a alguien que piensa diferente.

 

Creo que en la actualidad se ha llegado a un punto de polarización tal, que ya no se castiga a alguien que piensa diferente, se castiga a alguien que piensa.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

MX: La capacidad de escuchar se está extinguiendo; creo que en la actualidad casi no hay gente que escuche, hay una tendencia al hooliganismo, que da igual que sea de un color político como de un equipo de fútbol. Se está perdiendo la capacidad de debatir y, sobre todo, creo que se criminaliza el cambio de opinión; es impresionante y da pánico.


Las personas que pensaron, a lo largo de la historia, no solo en la actualidad, no encajaron nunca en ningún sitio.

 

Pensar siempre llevó a las mujeres y a los hombres a ser inadaptados e inadaptadas, y en la actualidad muchísimo más.


JC: ¿Podemos hacer algo?, ¿podemos ser optimistas?


MX: Yo siempre digo que soy como Gramsci en eso, que decía que era pesimista por inteligencia y optimista por voluntad. La lucha o la disidencia son decisiones complejas, pero cuando tu noción de la ética te lleva a ellas, solo puedes abrazarlas con vitalismo y con la mayor alegría que te sea posible.


Hay una frase por ahí muy bonita que dice: «lucho desde la desesperanza, pero sin contemplar la deserción», y yo me identifico plenamente con eso.


JC: Tienes una obra de arte para mí en el último disco que dice: «non quero forza para ver á multitude axeonllada envilecer, sigo fuxindo do meu desalento emparedada na esperanza de avivar os prazos que preceden a claudicar».


MX: Sí, hay que ampliar esos plazos porque, aunque la resignación es tentadora, conlleva un suicido, por lo menos en mi caso. Además, por naturaleza, no soy muy dada a la resignación, no se me da bien y huyo de ella.


Tengo que entender, y cada vez lo entiendo más porque tengo 40 años, que el mundo no es como quiera. Tengo un espacio de actuación mínimo, ínfimo, insignificante y tengo dos opciones: darme continuamente contra un muro o aceptarlo y optimizar mis posibilidades; escojo lo segundo.

 

Me parece más inteligente porque me parece que es mejor hacer poco que no hacer nada.


JC: Fíjate, vuelvo a la pregunta de por qué cantar y crear. De algún modo, pienso que crear tiene una dosis de optimismo cuando consigues que eso sirva. Por ejemplo, yo empecé a hablar gallego gracias, en parte, a una de tus reflexiones. ¿El impacto de lo que haces, alimenta?

 

Es gratificante, pero hay una cosa que es completamente cierta, y es que solo se puede enseñar con el ejemplo.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

MX: La gente piensa que yo hablé gallego toda mi vida, pero no fue así. A mí me criaron en español porque mi madre es del rural, sufrió mucho cuando fue para A Coruña y, cuando le pregunté por qué no me enseñó a hablar mi lengua, me dijo: «porque no quería que sufrieses lo mismo que sufrí yo».


Me sabe mal porque se lo dije enfadada, pero todos esos debates internos que tú pudiste pasar en un momento, aunque me honra que fuesen por escuchar una reflexión mía, ya los viví yo en su momento.


Que alguien pueda llegar a esos debates por escucharme, me parece una cosa que da mucha energía, pero siempre minimizo la importancia, no por falsa modestia, sino porque creo que las mentes que llegan a eso, las mentes que se abren en un momento determinado, por un clic, estaban destinadas a abrirse.


JC: Pero hace falta el clic; de ahí que me parezca que pierde mucho quien, por pensar diferente a ti, no te escucha. ¿Tenemos miedo a cambiar de opinión?

 

Veo mucho miedo últimamente, mucho, veo pánico de la gente a cambiar de opinión y no lo acabo de comprender.


MX: Además, va ligado a un proceso de ampliación de la infancia y de ampliación de la adolescencia. Dentro de nada, la gente de 80 años va a pensar que es joven.


Yo tengo 40 y no me considero joven, la vida adulta tiene unas etapas. Estiramos ese estado y, de repente, la gente le da valor a no cambiar de opinión. Le da valor a no evolucionar. Le da valor a no aprender. Le da valor a seguir siendo igual que cuando tenía 20 años.


JC: ¿Por qué piensas que pasa?


MX: Hay una noción completamente absurda de la autenticidad, de que eso es ser auténtico. Hay inmadurez social, Kant ya dijo en el siglo XVIII que un individuo que no pase por un proceso de ilustración es un infante.

 

Lo que nos convierte en adultos es la cultura.


Lo que nos convierte en seres maduros es la cultura, no es la falta de colágeno. Creo que esa noción de la autenticidad es tóxica y nociva; y nos está llevando a lo que nos está llevando.


JC: Valoramos mucho como consumidores la autenticidad, cuando hay algo auténtico se ve. Tú, por ejemplo, llenas el escenario. Uno no sabe por qué, pero se detecta. Es curioso que, igualmente, cueste mostrarse con autenticidad.

 

El problema es que la autenticidad lleva consigo un estatismo, parece que ser estático es ser auténtico, cuando todo muta.


MX: ¿Compostela deja de ser Compostela porque cambie arquitectónicamente? Los seres humanos estamos en constante cambio, es absurdo.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Es lo mismo que sucede a nivel colectivo con el purismo de los folclores, los pueblos están en constante evolución, las músicas de los pueblos están en constante evolución y algo puro no es lo que pasó de 1850 a 1950. La definición más interesante que yo leí sobre el folclore es, que es convergencia; todo aquello que converge en una comunidad humana y con lo que esa comunidad se queda. Eso va cambiando y en las personas también es así; tiene que ser así.


Yo cambié muchísimo. Si siguiese siendo con 40 años igual que con 25, yo creo que diría muy poco de mí, muy poco de mi inteligencia, muy poco de mi capacidad de escuchar y de aprender. Me preocupa mucho ver cómo se premia que personas de 50 años sigan siendo niños y el rockstarismo norteamericano tiene mucho que ver con esto.

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JC: En tu trayectoria, personalmente, noté tu evolución sintiendo tus momentos. Con un disco me enfadaba, con otro tenía ganas de ir a una verbena… Ese es el tema de a una trayectoria, ¿no? Que tú escribías lo que eras en cada momento. ¿Esto te afecta cuando las personas queremos que hagas música similar a otras etapas?


MX: La verdad, creo que la gente nunca te va a exigir esto y, si lo hace, eres tú, en última instancia, la que se siente obligada a hacerlo; porque a veces es muy difícil no volverte extremadamente complaciente. Hay formas de huir de esto, la primera es no estar demasiado en determinados ámbitos y, sobre todo, en las redes sociales.

 

Yo creo que por salud mental e incluso por salud profesional está bien huir de esos ámbitos y utilizarlos tú a ellos, y no que te utilicen ellos a ti.


Hay que tener mucho cuidado porque en un arte tan rentable económicamente como la música, es muy fácil volverse un adolescente eterno, un yonqui del prestigio social, un yonqui del like, un yonqui de la aceptación.


Es muy fácil caer en esa ensoñación en la que tú crees que tu vida o las personas que te conocen equivalen exactamente al número de seguidores que tienes.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

No sé cuántos seguidores tengo, pero aunque tuviese un millón, soy totalmente consciente de que a mí no me conocen un millón de personas, nunca me van a conocer un millón de personas.


Hay un elemento inherente a la condición humana que lo hace muy complicado, que es la vanidad y el ego. Nosotros somos egos, no nos olvidemos que ego significa «yo». Yo soy yo y soy la protagonista de mi vida, tú el protagonista de la tuya. Yo soy el centro de mi vida y las redes, a veces, te confunden y puedes pensar que eres el centro de la de otras personas; y no, no lo eres.

 

Entonces, para preservar mi música, esto tiene mucho que ver porque tienes que preservarte tú, porque tu música eres tú y eres lo que tú haces.


Cuando yo hago una canción la hago porque a mí me sale; si yo lo que estoy buscando es que esa canción le guste a otras personas, que es legítimo, sí que es más difícil llegar a ese punto que la gente llama autenticidad; y creo que es contraproducente.

 

En un mundo en el que además de las posibilidades tecnológicas, la democratización tiende al infinito, cada vez será más valiosa la pluma; es decir, ser diferente.


En realidad, es lo único que tendrá valor, esa es mi opinión. El sello propio, que tú hagas algo reconocible. Me resulta muy complicado distinguir, y no es una fiscalización de la música, pero tiende a un proceso de homogeneización de los más agudos de la historia de la música.


Entonces, pienso que cada vez es y será más valioso que cuando pongas algo, lo reconozcas y sepas quién es. Evidentemente, esto también conlleva que haya gente a la que le encantes y gente que te deteste, pero creo que es un valor, y creo que es más fácil conseguirlo cuanto más te protejas de tu propia vanidad.


JC: Una de las cosas que más admiro de ti es, por un lado, tu capacidad de decir lo que piensas y, por otro, la capacidad de estar dispuesta a renunciar a todo creando.


MX: ¿Qué es todo? Creo que haciendo lo que la gente dice y siendo esclava de la aceptación me pondría en juego a mí misma.


Yo contemplo todas las posibilidades, pero es que yo no doy por sentado el futuro. Nunca doy por sentado el futuro porque igual cambia o porque igual muero.


Mi padre tenía diez años menos de los que tengo yo cuando murió, parece una tontería, pero es algo que me marcó mucho. Yo nunca digo: «cuando sea mayor…», no lo decía ni cuando tenía 20 años. Siempre decía «si llego a ser mayor…», porque dar por sentada la vida es una cosa tan humana como errónea.


No sé si Castelao pensaba que con 20 años se iba a tener que exiliar, o Lorca que iba a acabar en una cuneta. No doy por sentado tantas cosas, es como proteger la incertidumbre.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: Yo veo el miedo a ser y el miedo a mostrar. Tú llevas mucho tiempo mostrándote, ¿cómo se hace? Porque me imagino el miedo a pagar la hipoteca, y claro, me vuelvo comercial por miedo.


MX: Es legítimo; debes ser tú quien valore esto. Hay un poema de una autora madrileña, muy bueno, que dice: «no existe peligro suficiente para tanto miedo como tenemos». Eso es una de las cosas que creo que es así.


Después, claro que es una decisión. Pensar así es normal, es cierto, es probable que cada vez que hagas algo te estés jugando el sustento, pero también el que no arriesga no gana, a cualquier nivel.


En la vida yo creo que hay que ser valiente. La vida hay que cogerla con valentía, no la puedes coger con cobardía, y más una mujer.


JC: Tienes una frase de estas que al escuchar llevan a la reflexión: «es urgente una generación de mujeres admiradas solamente por su intelectualidad»


MX: Sí, porque fíjate que en los escenarios cuando yo tenía 15 años, te gustarían más o menos, pero ahí estaban Ella Baila Sola vestidas con sus guitarras, Rosana vestida con su guitarra, Shakira aún estaba vestida con su guitarra, Alanis Morissette en el ámbito anglosajón, y te hablo de nombres del mainstream hispano, latino y anglosajón.


En la actualidad, cada vez es más complicado, ya no solo ver a mujeres con un instrumento en un escenario, sino no verlas en body.

 

Para mí es urgente que las niñas vean en los escenarios mujeres que aspiran a ser respetadas, que aspiran a ser consideradas intelectualmente, que aspiran a ser admiradas por pensar, admiradas por escribir canciones, admiradas por interpretarlas y no solo por su capacidad de erotizar.


El 90% de las mujeres de la esfera pública y, sobre todo, en lo musical, hablo de las artes, son admiradas por su capacidad de erotizar. Incluso mujeres con un inmenso talento musical y con muchísimo que decir; pero ahí está la tentación también. Caer en eso también es una tentación.


Llega un momento en que, incluso mujeres que tienen mucho dinero, que iban a seguir trabajando en esto, con muchísimos seguidores si siguiesen vestidas, deciden no hacerlo porque nos crían para gustar y complacer; para basar nuestra autoestima en la capacidad que tenemos de erotizar, de gustar, de excitar… pero no de erotizar cerebros.


Entonces, cada vez es más urgente esto, porque es complicado no caer en esa rueda. Muy complicado. Eso sí es una cuestión de dignidad creo, y sobre todo de conciencia.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: ¿Qué trasladamos a la juventud? Porque, por cosas que te escuché, veo que los valoras mucho aunque, como globalidad, no sé hasta qué punto lo estamos haciendo.

 

Lo primero que tenemos que hacer con la juventud es escucharla y respetarla.


MX: Si tú quieres ayudarla, desde luego no la ayudarás fiscalizándola, criticándola y generando en ellos esa sensación de incomprensión y de inadaptación que lo único que va a provocar es rechazo; lo mismo que te provocaría a ti o a mí.


Lo primero que hay que hacer es escucharlos y analizar ese contexto, que es mucho más complicado de lo que fue el nuestro, que ya lo fue. Yo no tenía el mundo a través de una pantalla, ni contenidos que no podía gestionar cuando tenía ocho años, ni redes sociales que me distraían y me desubicaban cuando tenía quince y, aún así, me costó vivir esa etapa.


Veo muy poca comprensión. A mí me parece que lo tienen muy difícil y, sobre todo, que son víctimas de esta realidad presente en la que nosotros tenemos parte de culpa, porque no nos olvidemos que fuimos nosotros los que permitimos que ellos se criaran en lo que se están criando.


Ya decía Platón: «la juventud de ahora…», creo que tenemos que contemplar que la distancia entre generaciones es algo humano, siempre la hubo y siempre la habrá; ahora está en nuestro poder tenderles la mano o seguir fiscalizando.


JC: Como dice Marshall Rosenberg para la gestión del conflicto a madres y padres con sus hijos: «trátales como si fuesen una persona».


MX: Sí. A mí, a veces, hablando con chicas y chicos jóvenes con valores que aprendieron de esta sociedad neoliberal y machista, sobre todo cuando pienso en el mito de la libre elección y veo a chicas que piensan que se visten de determinada manera porque ellas quieren, yo siempre intento cuestionar, intento que me expliquen por qué, pero no condeno.


¿Por qué consideras que te pones así para salir?, ¿por qué consideras que te vistes así? Les pregunto ¿es cómodo? - No. - ¿Te duelen los pies? - Sí. - Pero vas así porque quieres, ¿no? - Sí. Si quieres ayudarlos, si tu verdadera finalidad es ayudarlas y ayudarlos, creo que la única vía de conocimiento es un diálogo platónico, no condenar, no poner al auditorio en contra. Pero permíteme la duda de que sea la finalidad de la mayoría de la gente.


JC: Entiendo entonces que, si pudieses trasladar un mensaje a la juventud, sería hacerles pensar.


MX: A la juventud y a lo que no es juventud, a todo el mundo. Si hay una cosa que me hace ilusión de algunas personas que me vienen a hablar es cuando me dicen: «Sés, me hiciste pensar». Da igual como sigas, me parece el mayor de los piropos y como un soplo. Cada vez es más complicado conseguir y ver esto, que la gente piense.


Creo que si hay una consecución de la que yo puedo estar orgullosa es de esta, de que alguien escuchando lo que digo, piense.

María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»
 

Es que yo no pido que nadie piense como yo, sino que piense. Al final, donde todos piensan igual, nadie piensa.


Y esa es la clave, que piensen. Hay que entender una cosa, en la cabeza ajena solo aprende el peluquero. Tú no puedes decirle a tu hijo lo que tiene que pensar o a tu hija lo que tiene que pensar, tienes que enseñarle a pensar.

Visualiza el vídeo del encuentro aquí

JC: Antes, precisamente, hablabas de ser ejemplo.

 

¿Cómo puedo animar a alguien a cambiar de opinión si yo no quiero cambiar de opinión? No puedes conseguir que alguien piense si tú no piensas, ni conseguir que alguien cambie de opinión si tú no cambias de opinión, ni conseguir que alguien aprenda si tú no aprendes.


Al final una actitud socrática, «solo sé que no sé nada», es la base para el aprendizaje. Hay una cosa que decía en «Co xenio destrozado», que era: «aprendín moito máis cuestionando o saber popular». Decía Ortega y Gasset que, si quieres enseñarle a algo a alguien, tienes que enseñarle lo que le quieras enseñar y a cuestionarlo.


No hay mejor forma de ayudar a una persona que ayudarla a cuestionar, y no adoctrinándola; ahí estás alimentando tu ego y yo no tengo interés en alimentar mi ego.


JC: Me pasa también con los mayores, a veces noto que los dejamos fuera y cuando veo que subes a Teresa dos Cucos a un escenario, o cantas algo de Luz Fandiño, veo una puesta en valor que pienso que no estamos haciendo. ¿Castigamos la edad?


MX: Creo que se hizo siempre. Sí hay una criminalización mayor del paso del tiempo, pero lo de no escuchar a gente mayor, creo que no es algo de ahora. Creo que no hay pueblo que no se haya creído el pueblo elegido, que cantaba Drexler, ni generación que no se crea la generación elegida.


Decía Oscar Wilde: «no soy lo suficientemente joven como para saberlo todo», esto es de siempre. Vivir pensando que nadie te puede enseñar nada no es de ahora; hay muchas cosas que cambiaron, pero no creo que esta sea una de ellas.

 

En general, igual que se atendió poco a la historia y se aprendió muy poco de la historia, también se escuchó poco a la gente que tiene mucha historia.

María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

JC: Hay un vídeo en tus redes en el que se ve a más de mil o dos mil personas cantando a capela «Tempestades de sal». Emociona verlo y, de algún modo, siento que ya puedes morir tranquila por haberlo vivido.


MX: Es sorprendente, es muy emocionante, es un momento donde eres capaz de palpar lo intangible; eso que subyace al ser humano, que no es material, ni intelectual; que es emocional. La energía que sientes es gratificante y muy emocionante.


Esa canción no existía antes de que tú la escribieses y existirá cuando no estés, porque ya no es mía, es de la gente. Es increíble.


Me alegro muchísimo porque la escribí desde la primera persona del plural. Siempre digo que me avergonzaré de mí misma porque me equivoco, porque hice cosas de las que me arrepiento o porque, como toda persona inteligente, no habría hecho algunas cosas o las hubiese cambiado, pero de «nós», del nosotras y nosotros, nunca me avergoncé.

 

Creo que voy a morir sin avergonzarme de ser gallega, de mi identidad, de mi lengua, de mi cultura.


Entonces, escribir algo desde la colectividad en la que crees y de la que te enorgulleces, y que esa colectividad, o cierta parte de esa colectividad la reciba como propia, eso es súperemocionante.


JC: Uno ve ese vídeo y, por un momento, cree en la humanidad.


El corazón del animal está ahí y, aunque a veces haya que rebuscar, está. Aunque queramos huir, está.


JC: Debo decirte que estas entrevistas, son una excusa para hablar con gente que admiro y aprender. Entonces, el tema original era el de talento y liderazgo. ¿Cómo se hace para formar una banda con el sentimiento de familia que tienes en la tuya?


MX: Para mí es básico el nivel humano cuando trabajo. Me da igual que toques muy bien si humanamente no funciona. Yo necesito admirar a la persona que tengo delante.


María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»

Admiro muchísimo el talento y leo a Cela, Paco Umbral o Vargas Llosa, pero probablemente son personas con las que no iría en una furgoneta. Para ir en una furgoneta necesito que el plano humano me satisfaga. Entonces, tuve que hacer cambios y los hice, con todo lo que eso conlleva.


En la música hay muchos egos, igual que en otros mundos, y hay muchas personas que se confunden pensando que tocar bien es algo mucho más valioso de lo que verdaderamente es. Hay tanta gente que toca bien o que canta bien, que se le da demasiado valor a eso; yo le doy el valor justo en mí y en los demás.


Tengo mucha suerte de tener un equipo humano buenísimo, pero eso a lo largo de los años conllevó una serie de decisiones complicadas que muchas veces llevan consigo juicios injustos, valga la redundancia, por parte de la gente. Liderar algo no es fácil, y más cuando eres una mujer.


Lo que en un hombre he visto como asertividad, como carisma, como firmeza, como profesionalidad, en el caso de una mujer es visto como arrogancia, como prepotencia, como egolatría.

 

Normalmente cuanto más sabes, cuanto mejor haces lo que haces, cuanto más talento tienes, más educado y humilde eres, no suele ser al revés. La educación para mí es básica.


JC: Aprovechando que existe la oportunidad de compartir un momento contigo, me gustaría hacerte un agradecimiento público por haber escrito «Milonga de aquí». Emociona leer: «coro fase o meu cantar, ao saberme secundada, aínda sendo abandeirada dos que as levan de perder, e por eles ei morrer sentíndome acompañada». ¿Cómo se hace una obra de arte así?

 

Voy a decir algo que parece una tontería, pero para escribir algo, lo que sea, hay que sentirlo y hay que pensarlo. Lo que tenemos que preguntarnos, no es cómo llegas a escribirlo, sino como llegas a sentirlo.


¿Qué es lo que hace que tú llegues a reflexionar sobre ciertas cosas o sentir sobre ciertas cosas? En mi caso concreto, por naturaleza soy intensa con todo lo que conlleva; primero la inadaptación, soy permeable, todo me afecta, de ahí que te dijese lo de protegerme.


Yo paso de una forma superficial por casi nada, entonces primero tienes que sentir ciertas cosas y, obviamente, ser intenso facilita llegar a ciertos pensamientos, reflexiones y emociones.


Una vez una chica muy conocida en el mundo de la música me preguntó cómo escribía yo, le pregunté: ¿crees que podrías componer una sinfonía sin haber escuchado nunca una sinfonía?, ¿sin haber escuchado música clásica?, ¿sin haber escuchado una obra interpretada por cincuenta músicos? Entonces, ¿por qué crees que eres capaz de codificar algo que nunca descodificaste?, ¿por qué crees que eres capaz de escribir un poema sin leer poesía?


Me preguntaba sobre qué consejo le daría para enfrentarse a un panorama musical nacional. Yo le preguntaba: ¿tú quieres ser intérprete o hacer canciones?. Quería hacer canciones, bien, pues vas a una librería y empiezas: Miguel Hernández, Alejandra Pizarnik, Juarroz, Lorca… ¡obra completa! Si te gusta, léelo; si no te gusta, léelo porque, como decía Unamuno: «cuanto menos se lee, más daño hace lo que se lee».


A lo mejor, siendo una gran consumidora llegas a ser una gran escritora; y a lo mejor no, no digo que yo lo sea.

 

Lo que está claro es que hay una creencia absurda, y no es actual, en que tú puedes llegar a escribir un texto de calidad sin consumir textos de calidad.


No entiendo exactamente de donde sale esa creencia.


JC: Se nota tu realidad, porque en una entrevista decías que no eras capaz de cantar «O medo dunha nena» sin llorar y una persona a la que quiero me dijo: «yo no soy capaz de escucharla sin hacerlo».


MX: Hasta cuando me nombran la canción, cuesta. Era un momento muy triste, tremendamente triste, y cuando la hice intenté grabarla como seis veces. Es fruto de la tristeza, una tristeza tranquila, pero muy profunda. Supongo que eso se ve de alguna manera.


JC: Termino con una pregunta que me gusta hacerle a las personas que visitan «La Cafetería»; si pudieses dirigirte durante treinta segundos a toda la humanidad, ¿qué dirías?


MX: Ayer leí una noticia muy dura, mataron a una mujer y su hija de tres años estuvo doce horas abrazada a su cadáver hasta que la encontraron. Un mundo en que suceda esto, un mundo en que cualquier niño sufra algo remotamente similar a esto, no vale la pena.

 

No digo que sea factible construir una sociedad utópica, digo que es perfectamente factible construir una sociedad mejor, una sociedad más feliz, sobre todo, para las que nunca merecen ningún terror, que son los niños y las niñas.


Y eso solo pasa por dos cosas muy simples: renunciar a nuestros privilegios y pensar; actuando en consecuencia. No es tan difícil y vale la pena, vale absolutamente la pena.


Aunque esto pueda ser recogido de otra manera, no estoy frivolizando, esta noticia me encogió el alma, la leí y me hizo daño, así que como dice Berta Cáceres en «Que sexa súa»: «¡Despertemos! ¡Despertemos humanidad! ¡No queda tiempo!»



Gracias por su visita.

María Xosé Silvar (Sés) en «La Cafetería de Javier Cebreiros»
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Puedes ver el vídeo completo del encuentro.

Producción realizada por miraveo.

 

Consulta las fotografías de la entrevista. Sesión realizada por Ricardo Lede.

 

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