Hay personas a las que tan solo escuchando un minuto sabes que tienen algo especial; encontrarlas es un golpe de suerte que disfrutar cuando sucede. Seres capaces de cambiar tu perspectiva sobre un tema para siempre tras solo una conversación. Ese es el caso de nuestro invitado de hoy, Francisco Cebreiro Ares (Santiago de Compostela, 1990) y de su pasión: la historia monetaria.
Fotografías / Ricardo Lede / 2024
Cuando alguien es joven es típico destacar sus méritos para tratar de impresionar. Francisco, a sus treinta años, ya acumulaba un doctorado en Historia con premio extraordinario, un premio Valentín Paz Andrade o el premio Enrique Fernández Peña de Historia entre otros. Hoy ejerce como profesor en la Universidad Complutense de Madrid, no sin antes haber realizado estancias en la Université Sorbonne París IV o la London School of Economics, con conferencias por México, Italia, Reino Unido o Austria. Sí, abruma. Uno se pregunta: ¿de dónde ha sacado el tiempo?
Me agrada decirte que el motivo por el que más lo admiro y por el que creo que debes escucharle (e incluso enseñársela a cuanto adolescente te rodee) es por algo que va más allá de los méritos; es por haber encontrado de niño su pasión y, desde entonces, nunca haber dudado en trabajar por dedicar su vida a ella.
» La suya es una pasión que empieza con una moneda antigua y que hoy le ha llevado a ser un referente en la historia monetaria.
Con la suerte de haberle podido documentar en un espacio tan especial como la maravillosa Biblioteca Lago (Gracias Isabel), de la Facultad de Geografía e Historia de la USC que un día le acogió, te invito a disfrutar este café expreso de «La Cafetería» para enriquecer tu mirada tanto como enriqueció la mía.
JC: ¿Cómo una moneda del imperio romano puede hacer que un niño de doce años dedique su vida a la historia monetaria?
FC: Hay alguna vocación anterior, breve, pero el cambio, como dices, fueron las monedas en el sentido literal. Podríamos decir que me dedico a la historia del dinero y fue un denario de Alejandro Severo que me fascinó; un emperador de los que ya no conoce todo el mundo, de antes de que la cosa se pusiese complicada en Roma.
» Me fascinó la capacidad de tener una pieza que había saltado en el tiempo hasta hoy y que estaba entre nosotros como un testimonio que, además, daba información. Era una fuente.
Las monedas tienen unas inscripciones desde las que podemos construir historia. Entonces, quise escribir la historia de la moneda romana y luego, como siempre, me di cuenta de que alguien ya lo había hecho antes y mejor; tuve que cambiar de tema.
JC: ¿Con cuántos años te das cuenta de que alguien lo había escrito ya?
FC: Sobre los doce. Tenía una asignatura llamada cultura clásica, en la que también tuve la suerte de tener una muy buena profesora, y ahí vi que los denarios aparecían como hechos decorativos y yo quería escribir la historia de las monedas que no veía en mi libro de secundaria de cultura clásica.
Entonces, empecé a buscar los libros buenos que trataban de historia de la moneda romana y ahí vi que había mucha gente, sobre todo ingleses y alemanes, que habían dedicado mucho tiempo a escribir eso. ¿Se podía hacer algo más? Sí, siempre, pero cambié de tema.
JC: Me fascina. Parece complejo, incluso con treinta años, descubrir algo que te conecta de un modo tan potente. ¿Cómo crees que se produce?, ¿está dentro?, ¿hay que buscarlo?
FC: La chispa no sé dónde está; creo que es una actitud que se puede fomentar desde el principio y donde influyen la educación y el entorno en el que creces. A mí siempre me llamaba mucho la atención el entorno y cuando veía algo que no sabía lo que era, preguntaba con la suerte de que me respondían.
JC: Antes de la entrevista, pude hablar con tu madre y preguntarle sobre esta curiosidad. Me dijo: «yo creo que es así». Contaba que incluso cuando no sabías leer, ibas con el prospecto de un medicamento junto a ella y le decías: «léemelo».
FC: Claro, es una voluntad de saber que no sé dónde se encuentra, pero muy intrínseca.
JC: Entonces, ¿la historia es un medio para expresar la curiosidad?
FC: Yo creo que al final, o al principio, sí que hay algo en eso que encaja bien conmigo. También es verdad que la forma en la que yo entro en la historia y trabajo en la historia está muy entreverada con otras áreas; me interesaban la sociología y la economía. La historia es, más bien, una forma de entender y de trabajar un tema.
¿Podría haber sido otro tema? Quizás. Aunque veamos esta hiperconexión y destino manifiesto, la verdad es que me gustó y empecé a buscar información, a escribir, a recolectar y a querer tener libros para saber.
» Una moneda me llevaba a otra y un emperador me llevaba a otro. Si tenían más o menos plata podíamos explicar una crisis, ¿por qué no hay plata en esta época del imperio? Entonces ya empieza toda una especie de juego de conexiones.
JC: Que nunca termina.
FC: Es otra cosa paradójica de la historia, que ya ocurrió, pero nunca termina. Siempre estás investigando, respondiendo o dándole la vuelta a algo que explicó otra persona de una forma distinta.
JC: ¿Cómo es, con once años, que tu pasión sea la historia de la moneda? Porque entiendo que hubo un círculo grande que te animaba a hacer otra cosa.
» Sí, eso existe. Es normal que exista y no se puede juzgar la preocupación, ¿no? Eso es otro debate sobre si la universidad está para formarnos o para el mercado laboral.
FC: Yo creo que ante esa vocación tan fuerte en alguien joven, aunque puede haber una incredulidad, un cuestionamiento y un miedo - todos tenemos miedos - también hay gente que lo toma como una suerte magnífica y lo alimenta.
Lo que pasa también es que las vocaciones o los intereses reciben de la gente que escucha, de la sociedad o de la familia, diferentes actitudes. Eso determina, con mucha suerte o mucha desgracia, el camino que alguien escoge.
Para mí, el trabajo era al mismo tiempo un entretenimiento y me construía como persona. Era importante a lo que me iba a dedicar; tenía esa sensación de que ahí había mucho de mi vida.
» Lo más fácil, es que el tiempo se para. El tiempo se para y es muy especial. De repente, empezaste a leer o a trabajar a las diez de la mañana y son las seis de la tarde. Ahí sabes que está bien.
JC: ¿Qué decirle a unos padres que ven eso en un hijo? Ahora mismo, si es fútbol y se le da bien, hay todo un entorno que va a favorecerlo porque ven un ingreso económico futuro posible. Sin embargo, tú ahora decías que se paraba el tiempo.
FC: El fútbol funciona muy bien, encaja en todos los análisis, sí. Yo creo que si hay algún truco, vale el símil futbolístico y es que hay que dar campo y descanso; que eso es un equilibrio difícil. Si alguien tiene un gran gusto por un tema, vamos a darle campo, pero también recordarle que de vez en cuando haga otras cosas, que descanse, que esté con los amigos, que vaya con la familia.
Yo, por suerte, también sabía que era importante ir a jugar al fútbol y no estaba aislado de mi entorno. Entonces, favorecer, pero dando espacio a otras cosas.
JC: Sobre esa palabra «salidas», yo digo que es un invento de los padres; ¿qué tiene más salidas: dar pie a tu pasión y alimentarla o animarte, ya que tenías un expediente brillante, a estudiar algo con «salidas»?
FC: No lo tenía tan brillante; yo tenía unas notas buenas, me gustaba mucho el colegio, pero tampoco era que todo fueran dieces. Era más lo que decías tú de que veía una moneda y casi te cantaba de memoria a todos los emperadores.
JC: Por eso digo, hay un peso social en el tema de las salidas porque parece que tenemos que decidir algo a diez años vista.
FC: Y eso es muy difícil, porque podríamos entrar en el análisis económico. Es decir, un padre puede determinar que está muy bien que su hijo haga derecho, y ¿como lo sabe?, ¿ve el futuro?
Evidentemente, todo eso es legítimo y casi es un deber; debe estar en el código civil que los padres tengan una responsabilidad sobre lo que va a ocurrir con sus hijos, a nivel frumentario, por seguir con los romanos.
» También que esa persona, ya que dedicamos muchas horas al trabajo, haga algo que le guste o algo que le construya y le haga ser más que un trabajador.
JC: Tú me permitiste poner más en valor la historia y hay un mantra tuyo del que quiero hablar: «toda historia es historia monetaria»
FC: La frase es, como siempre, una copia.
» Todo atisbo de novedad es falta de bibliografía.
Siempre todo se ha dicho antes por alguien mejor y, normalmente en el siglo XIX, por un alemán o un francés.
Esa frase es una transformación de una frase muy famosa, de un historiador muy famoso, Croce, italiano, que dijo que «toda historia es historia contemporánea». Lo que él quiere decir es que aunque hablemos de los romanos, hablamos de nosotros. Entonces, yo digo que aunque hablemos de historia, estamos hablando de dinero.
Es decir, siempre que tratamos un tema histórico, tiene una vertiente monetaria o económica. Es un poco tirar hacia mi campo. Es decir, hagáis lo que hagáis, tengo que salir yo a decir algo.
Desde que se inventa el dinero, es un sujeto histórico, un poco vírico, que se engancha en todo y explica cosas. Y eso es por donde yo entro en el tema.
JC: ¿Por qué una letra de cambio del siglo XVIII es fascinante?
FC: Porque se parece a un bizum. Sí, paradójicamente, sin entrar en detalles sobre el blockchain, es como un bizum al revés. Es una cadena de datos que indican personas, lugares y cantidades que están relacionados entre sí y, a veces, se conocen o no.
Es decir, ese trozo de papel viajó por distintas ciudades europeas durante un lapso de tiempo, más o menos largo, y unos banqueros o unos comerciantes desde Lisboa, Barcelona, París o Berlín, unos de manera voluntaria y otros de manera incidental, han quedado conectados entre sí. Si las estudiamos, agrupamos y creamos un modelo matemático para explicar como surgen los mercados financieros, pues podemos explicar cosas de Europa.
JC: ¿Y predecir?
» Predecir, no sé. Los historiadores somos regulares analizando el pasado, pero somos muy malos, creo, viendo el futuro.
FC: Lo que sirve un poco es para ver, de alguna manera, en qué se equivocaron o por qué hubo determinadas crisis financieras. No sé, eso es un gran debate desde los ilustrados, desde el siglo XVIII, si la historia sirve para enseñar hacia futuro. Es decir, para enseñar a los políticos, para enseñar a las sociedades o no. ¿Es un entretenimiento?, ¿una ciencia?, ¿qué es la historia? No sé si puede prever cosas.
JC: ¿Qué es para ti la historia?
» Tengo una frasecilla que pongo al principio en las asignaturas, de cuál es mi definición de historia: la manera en que las sociedades del pasado han intentado dar respuesta de forma organizada a sus problemas.
FC: Eso sería algo que se acerca a mi definición de historia. Luego, hay una que a mí me gusta mucho, que es de estos hombres clásicos del XIX, que es la ciencia de las cosas que sólo ocurren una vez, que no se repiten.
JC: Ahí matas un debate, ¿no? Lo de que la historia se repite siempre o de que estamos condenados a repetir la historia, cuánto más en un momento social como este.
FC: Yo no me dedico a esto, que es a la teoría de la historia o la filosofía de la historia, pero cuando pienso conmigo mismo creo que es un poco como la música clásica, ¿sabes? Se repite, pero en otra tonalidad, en otra coloratura, con otros instrumentos, con otros artistas. Entonces te suena.
Los historiadores estamos todo el rato oyendo cosas que hemos visto o escuchado antes, pero nunca es igual. Yo no te puedo decir cuándo este periodo de inflación va a terminar en un conflicto europeo, pero oigo voces; oigo cosas que suenan familiar.
JC: ¿Tú cómo llegas a conectar y fascinarte en un campo tan concreto?
FC: La pregunta con la que yo llego a mi directora de tesis, lo que a mí me interesaba, era saber en qué monedas pagaba la gente.
» Es decir, un campesino que compraba una leira, una finca, ¿qué llevaba en los bolsillos?, ¿qué llevaba un alcalde de Santiago en los bolsillos?, ¿qué tenía un noble en su cofre?
Entonces, las directoras y los directores de tesis, que son gente más inteligente que tú y que han leído más papel que tú, dicen: «eso no lo vas a poder hacer». ¿Por qué? Es a lo que he dedicado mucho tiempo. Aunque a veces sí, los documentos reflejan el valor del dinero, pero no las piezas. Yo, de hecho, busco mucho esos documentos que no aparecen tanto, pero es muy difícil saber con qué pagaba. Entonces se me cayó la primera tesis.
Tú dices que tengo mucho trabajado, pero lo que quería hacer no lo pude explicar e intenté explicar otras muchas cosas sobre cuál es la relación de la sociedad de Galicia del siglo XVIII con el dinero, el crédito, la finanza internacional, las letras de cambio... si había alguna conexión.
JC: Hablaba con Pablo, gran amigo tuyo, cómplice, y me contaba que muchas vacaciones os ibais al archivo de Simancas a leer documentación, ¿cómo es el proceso de realizar una investigación así?
» Creo que todos nos construimos a través de mucha gente que nos ha ayudado.
FC: Yo he tenido la suerte de tener a personas y redes que me han influido para seguir adelante y ahí, sin duda, Pablo es una persona especial.
Desde hace ocho años, él como afición y yo como oficio, casi todos los veranos y, a veces, más de una vez al año, vamos a Simancas, que es uno de los cuatro archivos más importantes de España; es como el archivo de la administración de la corona española entre el final de la época medieval y el siglo XVIII.
Vamos a ver legajos de contaduría mayor de cuentas y secretaría de Hacienda, que son cosas muy aburridas, que a él le gustan y a mí también.
JC: Y en ese proceso, ¿cuál es la búsqueda?
» El fin es explicar cómo se solucionaban o cómo se enfrentaban problemas que siguen estando hoy: la producción del dinero, la recolección de impuestos, los servicios que da el Estado, la defensa y los negocios.
FC: Saber cómo unos genoveses o unos portugueses querían hacer dinero dentro o fuera de la monarquía, cómo circulaba, qué impacto tenía eso en el campesino.
Para llegar a responder a esas preguntas, como hacen otro tipo de científicos, haces un proyecto de investigación. Utilizas unas fuentes donde tratas de encontrar un volumen representativo de documentos que te acercan a las respuestas; no te dicen lo que quieres, pero te acercan.
JC: Cuando haces la conexión tiene que ser algo espectacular.
FC: Claro, o sea, hay conexiones que son más difíciles o más paradójicas que otras, pero a veces la conexión es abrir una hoja de Excel o una base de datos y picar, picar durante horas muchos lugares, nombres de personas y datos; no es tan romántico ni tan divertido como quizá pueda parecer.
JC: Esto me lleva a una pregunta difícil que hacerte, pero importante: ¿para qué sirve?
FC: Deberíamos de poder responder esa pregunta, porque el salario de los investigadores, en su gran mayoría, es dinero público y tenemos una responsabilidad social al respecto.
En el caso particular de la historia y si nos referimos a utilidad — porque podríamos jugar también con las etimologías de las palabras, ya que tienen que ver con el dinero — ¿qué se busca: generar beneficio o ser útil? Es decir, ¿ser práctico o ser monetizable?
» La historia para mucha gente es un entretenimiento y luego yo creo que tiene otra vía, que no digo que sea más importante, que es explicar y explicarnos.
Eso no quiere decir que haya respuestas. Yo creo que si tenemos un papel, está más en la fase del análisis, de describir a la sociedad del pasado y colaborar en un esfuerzo colectivo con otros investigadores a proveer de los materiales necesarios a los que vayan a dar las respuestas, pero como mucho. O sea, como mucho podemos explicar soluciones de las sociedades del pasado.
JC: ¿Crees que va a haber una revalorización de la importancia de la investigación histórica?, ¿eres optimista o pesimista respecto a esto?
FC: Ni una ni la otra. Yo creo que como en otras muchas cosas hay ciclos. Por ejemplo, por desgracia, hemos vivido la coyuntura del COVID y, de repente, la historia de cómo se ha respondido a las crisis sanitarias y la historia demográfica, tienen un interés coyuntural. El problema viene de cómo lo convertimos en estructural.
Hay una crisis económica y la gente vuelve sobre los historiadores. Ahora hay inflación y la gente vuelve un poco. El problema es cómo hacer que no vivamos de los ciclos y de los golpes, sino articularlo de una manera que pueda tener utilidad constante. Pero sí, todos vivimos un poco del ciclo y de la moda.
JC: Claro, eres profesor de universidad e investigador. En tu opinión, ¿la universidad está funcionando?
FC: Sí, sí. De hecho, creo que visto en perspectiva histórica, es una de las instituciones que mejor ha funcionado y más longevas. Lo que ocurre con la universidad es que es una institución muy antigua que ha sufrido algunas transformaciones a lo largo del tiempo y que hoy, igual que el resto de la sociedad, está viviendo un profundo cambio y un reajuste estructural duro.
Entonces, sí. Funciona, pero creo que, como decíamos en otros aspectos, necesita parar máquinas, reflexionar y coger aire, porque vamos un poco acelerados en un proceso de cambio social. La sociedad necesita otras cosas.
JC: ¿Cómo se para un barco así?, ¿cómo se reinterpretan algunas dinámicas entre profesorado y alumnado?
FC: Hay que comprender la excepcionalidad de la universidad, pero situarla en el contexto general de la sociedad. Es una guerra constante de atraer la atención del público. Tenemos un público, tenemos unos clientes, tenemos... ¿Qué son? Es que hay que decidirse. La universidad tiene que decidir qué quiere ser de mayor; qué quiere ser en los próximos 50 años. ¿Qué tiene? Educandos, clientes, espectadores... ¿Qué son? Análisis sí, respuestas, pocas.
La universidad tenía una cierta flexibilidad pequeña para integrar la novedad; digamos que era una solución antigua que respondía. Pero en ese movimiento, en esas fricciones y en esos cambios, pues hay dificultades y luego, toda historia es historia monetaria.
» No puedes tener universidades baratas. Eso no existe. Nadie se lo puede permitir. Ninguna sociedad. Y si hay alguien que quiere eso, o quiere que haya unas baratas y otras caras, pues eso es un debate.
JC: Esto, en parte, me lleva al tema de la autoexigencia. Parece que, a veces, dependemos de la autoexigencia de una persona; incluso en el alumnado. ¿Cómo lidias tú con esto en tu día a día?
FC: Cuando tú eres tu propio jefe, tú pones los horarios, no hay mecanismos de control, no hay leyes para protegerte, entonces el límite de autoexplotación, que diría Marx, es infinito; es hasta la última gota de sangre.
Además, cuando te gusta tu trabajo, pues eso alimenta positivamente, en teoría. Le puedes dedicar mucho tiempo a la autoexplotación y la mejora de esa investigación o de ese trabajo, pero después hay dos frenos motor.
Hay un autor que me gusta mucho, Karl Polanyi, un sociólogo austríaco, cuya idea que es la autoprotección de la sociedad. Es decir, por mucho que tú te explotes y te autoexijas, hay frenos. Uno es el biológico, que es cuando tu cuerpo no da más. Es mejor no llegar a eso, como todos sabemos. El otro es la red social, la familia y el entorno, que al mismo tiempo es tu red de seguridad y debería crear determinados frenos.
» Que a ti te apasione tu trabajo y quieras dar el 100%, no puede llevarte, ni a afectar a tu salud personal, ni a afectar tu entorno; si la gente va muy exigida y va muy presionada, eso va a tener consecuencias a largo plazo, acabará mal.
Al mismo tiempo hay una responsabilidad individual, que es que me gusta mucho y que quiero hacerlo bien. No hay que negar que hay un sistema de evaluación del personal científico y universitario, que nos exige realizar bastantes tareas de alta calidad.
Digamos que hay una parte de autoexigencia y autoplacer adulto, y otra parte de estructura. Tú piensa, ¿cuántos profesores hay de física cuántica en España? Hay un stock de sillas. ¿Cuántos profesores hay de historia moderna en España? Hay un stock de sillas mucho más limitado de lo que te pudieras imaginar.
JC: Tu madre me decía que una vez venías de un examen y que poco después te vio en la habitación leyendo un libro de historia moderna. Preocupada te preguntó: ¿por qué no descansas un poco? Me contaba que tu respuesta fue: «Mamá, a estas alturas, no sabes que descanso así?»
» Hay una trampa cuando tu trabajo es también tu hobby; entras como un hámster en un rueda.
FC: La parte negativa es que tú sales o te reciclas dentro del propio área. Es decir, cuando me quemo de dar clase, investigo; cuando me quemo de investigar, doy clase. Entonces, tiene bastante dificultad. Tenemos que conocernos para tener procesos que ayuden a disminuir tensión y buscar recomposición mental.
JC: ¿Has hecho ya el duelo que supone saber que no vas a poder investigar todo lo que quieres o leer todo lo que te gustaría?, ¿cómo se lleva eso en alguien que investiga?
FC: Yo creo que muy pronto, en cualquier área, sea la biología molecular, la física o la historia, cuando te tiras al océano del saber y flotas en medio de la nada, ves que hay muchísimas cosas. Nadie va a llegar a todo.
» De hecho, uno de los principios por los cuales funcionan las bibliotecas y las universidades y la ciencia, es porque es un saber acumulativo. O sea, no importa cuánto voy a hacer yo.
El chiste de millones de muertos en las bibliotecas que han trabajado antes y lo han registrado. La importancia es haber registrado la información. Entonces, no me duele o no sufro porque yo no pueda responder una, dos preguntas o ninguna. Mucha gente dedica toda su vida a algo que o bien nunca da ningún resultado positivo o, a veces, lo da mucho tiempo después. Entonces, no tengo ninguna preocupación y voluntad.
Además, ya sé que la gente no lee lo que yo escribo. Yo hago algo muy aburrido que no tiene ningún interés en contra de lo que tú intentes presentar. Simplemente me gusta. He tenido la suerte de que mucha gente me ha apoyado y haré todo lo que pueda y que tenga algún significado, aunque coja polvo en alguna estantería. No pasa nada.
JC: Qué bueno. Que, claro, hablando de eso, nos dejaron un espacio tan precioso como este, ¿no?, en la biblioteca. ¿Por qué una biblioteca es un espacio tan especial?
» Como institución, la biblioteca es muy interesante. Creo que tiene futuro.
FC: Un entorno climatizado, seguro, protegido, con unas reglas establecidas de silencio en el que la gente puede ir, sentarse y leer un libro. Al mismo tiempo, puede reflexionar o escribir, o investigar; cruzar información.
La gente que se ha dedicado a esto sabe que es un factor importante en la sociedad. Es un motor que también está ahí y va a seguir estando ahí. Es una solución de éxito. El que inventó las bibliotecas tuvo una buena idea. Aunque ha cambiado mucho la tecnología, el trabajo, los ritmos y nuestra vida desde Alejandría, es una solución que funciona.
JC: No quiero terminar sin hablar de algo que tenemos en común: Galicia. ¿Por qué somos como somos?
FC: Eso, que una vez abordamos, muy difícil. Hay mucha gente que ha dedicado mucho tiempo a identificar los rasgos, los elementos, las estructuras y las instituciones que caracterizan los pueblos, las regiones i un determinado entorno.
Podríamos hacer como una matrioska de que hay una región geomorfológica, climática, que tiene unas características particulares, que comparte con la fachada atlántica, que luego le lleva a desarrollar una serie de poblados del bronce final, etcétera, etcétera.
» Hay soluciones propias de un territorio, igual que en la China o en Indonesia; y hay otras nuevas que se importan y tienen más o menos suerte.
Mucha gente te dirá que un rasgo muy estructural, que creo que todos estaríamos de acuerdo, desde los prehistoriadores a la gente de contemporánea, es que en Galicia cerca de tres mil parroquias. Entonces, hay una población muy dispersa. Hay comunidades muy pequeñas, autosuficientes, que solucionaban sus problemas dentro de la comunidad, que se casaban más o menos entre ellos, con ciertas precauciones, para mantener la propiedad rural. Eso digamos que es la historia clásica de una Galicia rural.
Luego viene también en el relato de la emigración y de cómo Galicia tiene un carácter emigrante que a partir del siglo XIX y muy marcadamente en la primera mitad del XX.
Entonces, podríamos coleccionar una serie de rasgos en los que podríamos estar de acuerdo varios investigadores que caracterizan a la sociedad gallega actual y ahí, ante eso, cuando termináramos de hacer ese análisis, hay dos opciones.
Una es pensar hasta qué punto lo que nosotros pensamos de nosotros mismos determina lo que es la vida de la gente. ¿Qué creemos que podemos hacer o cómo lo podemos hacer? Es decir, cuánto de esta trayectoria histórica nos debe influir para tomar decisiones acerca de lo que fuimos y lo que queremos ser.
Y luego, la segunda pregunta es:
» ¿De qué manera podemos colaborar o integrarnos en marcos más amplios sin perder o defendiendo de manera positiva los elementos identitarios?.
JC: Le preguntaba a Pablo cuál creía que iba a ser tu legado y me dijo: «un libro que se leerá durante cien años». Dentro de 30 años, ¿de qué te gustaría a ti que hablásemos?, ¿dónde te gustaría verte?
FC: Yo creo que se nota que has hablado con amigos. Hay muy pocos libros que hayan durado cien años, sobre todo en ciencia. Yo no sé si voy a escribir un libro que dure cien años, sé el libro que él quiere que escriba.
No sé si va a ser legado, si va a tener trascendencia, ni dónde voy a estar dentro de 30 años. Como todo el mundo, estar tranquilo en mi casa y con mis libros.
» Si en el proceso se ha podido colaborar de alguna manera en algo pequeñito, en una pieza de un puzzle, aunque no tenga mucha importancia, pues ya es más que suficiente.
Haber, como dices, influido en mi entorno próximo y facilitar algo una comprensión compleja de la sociedad, del pasado, del presente y de la interconectividad de todos los factores.
JC: Por favor, sigue divulgando porque, en realidad, te has adelantado 30 años. A mí ya me has abierto una forma nueva de entender la historia y la vocación.
FC: Ojalá todos estemos en disposición de colaborar con iniciativas como la tuya o más pequeñas, que son generosas, que dan su tiempo.
» Volviendo al asunto del tiempo y del dinero, pues hay la posibilidad, o no, de dedicar un pequeño tiempo de tu vida de manera graciosa a la mejora de los demás o de manera desinteresada a un bien mayor.
Gracias por su visita.
Escucha la conversación completa aquí.
Consulta el vídeo de la entrevista aquí. Producción realizada por Miraveo
Consulta las fotografías de la entrevista aquí. Sesión realizada por Ricardo Lede
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